El 7 de Febrero celebramos los jubileos de las Religiosas que hacen su ministerio en nuestra diócesis. Las doce mujeres que fueron festejadas en esa Misa y almuerzo representan 675 años de ministerio como mujeres Religiosas que públicamente tomaron sus votos en la Iglesia.
Sería asombroso hacer una lista de todo lo que estos siete siglos de servicio han significado para aquellos que se beneficiaron del trabajo de estas Hermanas. Setenta, sesenta, cincuenta y veinticinco aniversarios de Profesiones Religiosas de estas doce mujeres y cada una de ellas continúa sirviendo y siendo testigo de Cristo como Religiosa Consagrada. Sí, eso incluye a la Hermana que está celebrando su aniversario de platino (¡70 años!).
Este año la Iglesia está celebrando el Año de La Vida Consagrada, la cual comenzó el primer domingo de Adviento, el pasado 30 de noviembre y terminará el Día Mundial de la Vida Consagrada, el 2 de febrero de 2016.
Como dijo nuestro Vicario General, el Padre Robert Hughes, cuando ofreció un brindis por nuestras Jubilares: “Cada uno de nosotros ha sido influenciado de alguna manera por una Religiosa por lo cual estamos agradecidos y endeudados.”
Yo los invito a que me acompañen para reconocer el regalo que estas mujeres son para la Iglesia, para nuestra diócesis, para la sociedad y para cada uno de nosotros. Durante este Año de la Vida Consagrada, hagamos algo bueno por nuestras mujeres y hombres Religiosos. Demuestre su aprecio y agradecimiento por lo que son, por lo que hacen y por lo que representan. Me gustaría compartir algunas observaciones de la homilía que prediqué durante nuestra celebración diocesana de la Vida Consagrada:
Permítanme expresar mis más sinceras felicitaciones para nuestras Jubilares y agradecerles por los 675 años de vida Religiosa que están celebrando en este 2015. Gracias Jubilares, por sus ministerios y apostolados, los cuales han sido y siguen siendo invaluables para la Iglesia y para el mundo. Gracias por responder al llamado del Señor; por seguirlo como religiosas, y por estos años de júbilo viviendo su consagración Religiosa.
En la carta a los Hebreos (13.15) una frase usada por el autor sagrado que para mí expresa y resume lo que sus años de vida devotos públicamente profesados han reflejado. La carta habla de “Un sacrificio de alabanza.” La expresión en Hebreos habla de los sacrificios que eran ofrecidos en el Templo – ovejas, becerros, palomas. Las ofrendas ofrecidas a Dios. Eran ofrecidas como un “sacrificio de alabanza.”
Jesús le dio otro significado a la palabra sacrificio. Nuestra vida puede volverse una vida de adoración a Dios, un sacrificio de alabanza. Yo sugerí que para nuestra celebración del jubileo de nuestras Religiosas, la frase se refiera a la ofrenda de ustedes mismas; la ofrenda de un servicio fiel, la ofrenda de sus votos como testigo a través de los concilios evangélicos de pobreza, castidad y obediencia; la ofrenda de su comunidad Religiosa; la ofrenda de su carisma fundadora al encarnarla y hacerla presente en ustedes mismas y a través de su Instituto. Yo uso la frase para reconocer la ofrenda de su vida, de quien son y en quien se están convirtiendo continuamente en Cristo, un sacrificio de alabanza. Cada una de ustedes, nuestras Jubilares a las cuales les rendimos honor el día de hoy, ustedes son sacrificios de alabanza.
Sus aniversarios especiales (de plata, oro, diamante o platino) nos brindan una medida de estos años de consagración, una mirada hacia atrás y una mirada hacia delante, el tiempo de una cuenta de sus años de profesión Religiosa.
Noten que cuando los Apóstoles de Jesús regresaron de su misión, ellos dieron un reporte de su misión a Jesús. El evangelista Marcos escribe: “Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que hicieron y enseñaron.” (Marcos 6.30) Él los había mandado a una misión. Ellos volvieron y le rindieron cuentas. Ellos reportaron de sus actividades.
Su aniversario es una oportunidad para que ustedes hagan lo mismo, para que rindan cuenta a Cristo, a ustedes mismas, a su familia religiosa y a la Iglesia. Cuéntenos de la misión de todos estos años en la que el Señor las ha enviado. Den a conocer su historia.
Sus Jubileos están ocurriendo durante este año de gracia para las Religiosas, el Año de la Vida Consagrada, la cual dio comienzo el primer domingo de Adviento, el 30 de noviembre de 2014, y seguirá hasta el 2 de febrero de 2016.
El Santo Padre ha convocado este Año para dar gracias por el regalo de la vida consagrada, y es en verdad un regalo. La Iglesia entera está invitada a dar las gracias por este Regalo. Estoy muy contento de que tenemos los recursos en nuestra Diócesis para motivar a nuestra Iglesia local a conocer más acerca de este Regalo tal como es vivido por mujeres y hombres consagrados de nuestra Diócesis, para traer el regalo de la Vida Religiosa a nuestra gente.
Agradezco a los miembros del Comité por el Año de la Vida Consagrada. Las características de la Vida Religiosa en nuestro periódico diocesano y en la web de la diócesis son resultado de su trabajo. Y me han dicho de otros eventos que se están planificando. Sospecho que hay esfuerzos similares en sus comunidades religiosas.
Hay muchas personas en la Iglesia que no saben de la Vida Religiosa. Tenemos un trabajo que hacer para hacer llegar el mensaje al mundo, para ayudar a los fieles y a otros a crear más consciencia de la belleza y el regalo de una vida Religiosa. Hay una variedad de razones por las que se desconoce. Este Año de Vida consagrada nos ofrece un momento glorioso para cambiar eso. Debemos aprovecharlo para llevar el mensaje a los demás.
Nuestra gente tiene tanta hambre de Dios en nuestro tiempo como en el pasado. Noten en el Evangelio de San Marcos que la gente buscaba a Jesús y a los Apóstoles cuando estos buscaban descanso. Se apresuraban a pie para buscar al Señor y sus Apóstoles. Jesús dice acerca a de ellos: “Son como un Rebaño sin pastor.” (Marcos 6.34) Nuestra gente busca ser pastoreada. Los Religiosos pueden llenar esa necesidad. Ustedes han sido llamados para ser pastoras y pastores.
El Año de Vida Consagrada marca el Cincuentavo aniversario de la Constitución Dogmática de la Iglesia, Lumen Gentium, y el Cincuentavo aniversario de los decretos de renovación de la Vida Religiosa, Perfectae Caritatis. El Capítulo 6 de Lumen Gentium habla de la Consagración Religiosa. El decreto Perfectae Caritatis es un documento del Vaticano II que alentaba y llamaba a la renovación de la Vida Religiosa. Yo sugiero que ambos deben ser re-leídos, reflexionados y considerados durante este, su año de Jubileo.
El Santo Padre, en su llamado para el Año de la Vida Consagrada, fue muy claro sobre los obstáculos que cada familia Religiosa ha enfrentado y sobre la necesidad de examinar su fidelidad a la misión de su comunidad cuando sus fundadoras organizaron dicha misión y el carisma de la comunidad.
En la Carta Apostólica que anuncia el Año de la Vida Consagrada, el Santo Padre dice que el año es para mirar al pasado con gratitud, para vivir el presente con pasión y para abrazar el futuro con esperanza. Esas son las metas a las que el Papa Francisco les añade hacer con gozo, irradiar la alegría que distingue a los Religiosos consagrados.
El logo usado este año de la Vida Consagrada contiene la frase, “Despierta el Mundo,” la cual viene de un discurso del Papa Francisco a los Religiosos. Es un recordatorio de que los Religiosos están llamados a un rol profético en la Iglesia y en el mundo. Los profetas están en comunión con Dios y no temen a las consecuencias de lo que dicen. O de lo que hacen. Los profetas pueden ser desafiantes y hasta molestos pero son necesarios.
El Santo Padre también llama a los Religiosos a una espiritualidad de Comunión de unos con los otros. La Comunión es caridad, caridad entre las hermanas y hermanos de los diferentes institutos.
Jubilares, ustedes nos dan muchas razones para celebrar. Felicidades y gracias. La carta de los Hebreos concluye con estas palabras que expresan nuestras oraciones y sentimientos para ustedes durante su Año de Jubileo: “Que el Dios de la paz les provea de todo lo bueno para que cumplan su voluntad y hagan lo que a Él le agrada a través de Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (Heb.13.21)