Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. (Filipenses 2: 5-8)
Adviento es el tiempo cuando la iglesia aguarda y reflexiona sobre la asombrosa enseñanza de la Cristiandad de que Dios llegó a ser Hombre a través de Jesús.
La Iglesia ora acerca de cómo la Palabra llegó a ser carne y habitó entre nosotros. ¿Nos damos cuenta que esta frase familiar resume una verdad poderosa que Jesús, por tomar nuestra humanidad, se ha permitido llegar a ser vulnerable? Esto es una realidad sorprendente. Jesús, la segunda persona de la Santísima Trinidad, el hijo de Dios, llega a ser hijo de María y verdaderamente nuestro hermano.
¿Qué significa que Jesús llegó a ser vulnerable y se entregó de esta manera?
Al hacer esto, Él se presenta como dispuesto y capaz de traer nuestra redención por medio de Su sufrimiento físico, muriendo y resucitando, pero Él también nos da un ejemplo de cómo podemos entregarnos a la voluntad de Dios. Es difícil para nosotros entregarnos, para llegar a ser vulnerables. Va en contra de nuestros instintos humanos. Deseamos ser independientes y autosuficientes, ser fuertes y protegernos de cualquier debilidad.
Este deseo de independencia, de individualismo recio, es un reflejo de la rebelión de Satanás contra Dios. Ese ángel no serviría. Heredamos esa tendencia hacia la independencia de Dios por el pecado de Adán. En el Génesis, se nos dice cómo la serpiente tentó a Eva, invitándola a desobedecer y comer la fruta, y prometiéndole que ella sería como Dios. El mensaje de la serpiente fue que no debe depender de Dios. Hemos heredado esa atracción fuerte que dirigió a Eva y a Adán a desobedecer. Para nosotros seguidores de Jesús el antídoto a esta atracción es, como Jesús, entregarnos a la voluntad del Padre y ser vulnerables. Jesús se entregó a la voluntad del Padre permitiendo ser entregado a aquellos que desearon destruirlo. Permitió ser dado a Sus enemigos, ser rechazado, torturado y crucificado.
Rendición y vulnerabilidad van mano a mano en nuestras vidas si deseamos crecer en nuestra semejanza a Jesús, lo cual es la verdadera santidad. Tenemos que estar dispuestos a rendirnos, rendirnos a la voluntad de Dios como es expresada y penetrada por las manos de otros seres humanos. Tenemos que estar abiertos a esa vulnerabilidad que nos permite experimentar sufrimiento y rechazo.
En una palabra, debemos permitirnos ser como Jesús, manso y humilde de corazón. Esto es un desafío difícil y sin embargo, es el camino a la verdadera santidad, a la satisfacción y a una realización profunda de quienes somos como hermanas y hermanos. Nosotros quedamos unidos a Jesús y a Su vulnerabilidad por medio del bautismo, confirmación y Eucaristía.
Este Adviento, mientras llevamos Su nombre – Cristiano/a – vivamos Su ejemplo.