Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,
Tres de los relatos de la mañana de Resurrección en el Evangelio, describen a las mujeres en la escena – las primeras testigos del milagro de la Pascua – mientras temerosas presenciaban la evidencia del Señor Resucitado.
Tal vez la raíz de esa reacción tuvo su origen en la extraordinaria historia que vamos a escuchar, oren en ella y recréenla esta Semana Santa.
Las mujeres en la tumba esa mañana sabían lo que había pasado en esa semana. Debe haber sido un remolino de emociones, comenzando con la entrada triunfal a Jerusalén el Domingo de Ramos y concluyendo con la agonía en el Jardín y la ejecución en la cruz por las autoridades romanas. Jesús fue dejado a morir prácticamente solo, ya que la mayoría de sus seguidores huyeron por temor, a excepción de un pequeño grupo de mujeres valientes y Juan.
Ese mismo temor contagioso al rededor de Jerusalén en esos días, debió de haber estado presente en la mente de las mujeres mientras presenciaban la evidencia del desenlace milagroso de acontecimientos que nosotros marcamos cada Semana Santa.
La Pasión de Jesús resuena tan profundamente quizás por que para muchos de nosotros, esa historia de triunfo, traición y sufrimiento evoca imágenes de nuestras vidas. El hombre confrontado con la noticia que tiene cáncer incurable; la madre que llora por un niño asesinado por la violencia criminal en nuestras calles; las muchas familias tratando de mantener un hogar juntos ante la amenaza del desempleo; el inmigrante que no es bienvenido; de la misma manera, todos están viviendo una especie de Pasión.
“No teman,” dijo el ángel a las mujeres en la tumba en el Evangelio de Mateo. “Yo se que buscan a Jesús el crucificado. Él no está aquí, ha resucitado tal como lo dijo.”
El ángel dijo a las mujeres: “Id pronto y decid a sus discípulos.”
Por lo tanto, lo mismo debemos hacer, como cristianos, creyentes en el milagro de la Pascua. Hemos heredado un tesoro, el Cristo Resucitado y se nos ha dicho que no lo guardemos para nosotros, que lo compartamos con el resto del mundo.
Oro para que las procesiones, el Vía crucis, la Misa del domingo de Pascua y otras observancias renueven nuestra fe. Tal como hemos sido bendecidos este año con la temprana llegada de la primavera, llena de un abundante crecimiento natural, podamos ver esto como una señal para reflexionar sobre el Cristo Resucitado y su continuo impacto en nuestras vidas esta Semana Santa.
Salgamos sin temor en la fe Pascual y que Dios continúe bendiciéndoles y guiándoles,
Reverendísimo José A. Galante, D.D., J.C.D.