WASHINGTON – Un motín acaecido en un buque que transportaba esclavos de África, cerca de la isla de Cuba, que sucedió hace 174 años, le ha dado inspiración a un nuevo programa en la expansión de la campaña para que se termine el tráfico con humanos.
Por medio del programa llamado El Movimento de Amistad, que depende de Migration and Refugee Services de los obispos de los Estados Unidos, se dará entrenamiento en las comunidades de inmigrantes en los principios básicos de la esclavitud moderna, con la esperanza de que se conviertan en ojos y oídos en sus comunidades para identificar a las víctimas de tráfico de humanos.
El programa se fundamenta en el principio católico de acompañamiento de las personas oprimidas, explicó Lauren Rymer, especialista en educación y compromiso con la comunidad en el programa de Servicios en contra del Tráfico que organizan por parte de los MRS que dependen de la U.S. Conference of Catholic Bishops.
El programa se iniciará en este mes de enero, que es el mes en el que se celebra la Prevención Nacional de Esclavitud y Tráfico con Humanos.
Amistad era el nombre de la Goleta en la que 53 africanos que habían sido vendidos como esclavos se sublevaron y tomaron por asalto en 1839 cuando eran transportados de la Habana a una plantación del Caribe. En 1841, el Tribunal Supremo ratificó los derechos de libertad de los africanos y en su mayoría, con el tiempo, regresaron a su respectiva tierra.
El espíritu del programa es para educar, crear consciencia pública de las señales del tráfico con humanos y establecer grupos unidos, dijo Rymer.
“Queremos que las personas adquieran fuerza en sus propias comunidades”, explicó Rymer, relacionando la historia de la Goleta Amistad con este programa de libertad en el que se trata de asegurársela a las víctimas de tráfico. “Así, esperamos tener éxito”.
Rymer probó el programa en cuatro parroquias y una organización de derechos laborales, localizada al sur de la Florida, a mediados del mes para ver qué tan efectivo era el mensaje y los elementos visuales. Allí se entrevistó con inmigrantes de Haití, México y Centroamérica, quienes son los que están más cerca de las víctimas de tráfico con humanos.
“De lo que nos hemos dado cuenta con mucho de la educación sobre tráfico es que muchos ciudadanos estadounidenses hablan mucho sobre el tema; pero no ha habido mucha educación en comunidades en las que hay muchas más víctimas”, dijo.
El padre Christian Planchar, originario de Haití y vicario parroquial de la parroquia del Sagrado Corazón en Homestead, Florida, se unió a la plática que Rymer sostenía con un pequeño grupo de haitianos en la iglesia. Y a pesar de que el sacerdote dijo que no sabía de nadie que hubiese sido víctima de tráfico, tenía gran esperanza por el éxito del programa.
“Si algo puedo hacer, tendría mucho interés en hacerlo”, le dijo al Catholic News Service, el 23 de enero.