Todo empezó el 16 de Julio de 1875, y ha continuado de manera ininterrumpida por ciento cuarenta años (140) en la ciudad de Hammonton. Tiene la distinción de ser la más antigua celebración al aire libre de la Festividad de Nuestra Señora del Carmen en los Estados Unidos. ¡Qué tradición! ¡Qué record!
En el ciento cuarenta aniversario, fue un honor para mí celebrar la misa junto a los miembros de la Sociedad de Nuestra Señora del Carmen y unirme a la procesión a través de las calles de Hammonton junto a cientos de fieles asistentes. Tuve el placer de acompañar a los miembros de la sociedad que coordinaron el evento bajo la dirección de su Presidente Louis Pantalone. ¡La sociedad labora arduamente durante todo el año para llevar a cabo esta celebración de fe, familia y comunidad que mantiene la tradición viva!
La procesión tomo lugar alrededor de la ciudad durante más de dos horas y media. Una procesión en una travesía, igual que lo es la vida. En la vida, somos peregrinos en camino a nuestro destino eterno, y tenemos guías, santos que nos enseñan a cómo vivir en este mundo como seguidores de Cristo Jesús para que después de este destierro podamos llegar a la gloria eterna. Su santidad en vida ha sido demostrada y comprobada. Cuando estos santos estaban vivos, enfrentaron situaciones similares a las que nosotros enfrentamos en tiempos actuales. Estos santos nos enseñan el camino en ésta vida hacia la vida con Dios.
Durante la procesión del Monte del Carmen las imágenes de San Antonio de Padua, San Juan Bautista, Santa Lucia Filippini, San Martin de Porres y muchos otros fueron conducidos por las calles. Paradas frecuentes fueron hechas durante la caminata para que los fieles pudieran hacer sus oraciones y expresar sus peticiones a los santos de su preferencia. La santidad de estos santos nos recuerda que la santidad es nuestra meta en la vida. Al final de la procesión estaba la imagen de Nuestra Señora del Carmen, la Santa Madre de Dios que sostiene a Jesús en un brazo como si nos lo estuviera ofreciendo mientras que en el otro brazo sostiene el tradicional escapulario café asociado con ella.
Durante el trayecto mucha gente pidió oraciones y pidió la bendición del Señor. Claramente la procesión les recordó la necesidad de Dios en sus vidas, lo cual es bueno dado la desenfrenada secularización de nuestra sociedad.
Nuestros ancestros del siglo diecinueve organizaron esta festividad para agradécele a Dios por su nuevo hogar en América y en gratitud por sus exitosas cosechas. Con la belleza de su cultura Italiana, sumada a la fuerza de su fe Católica, y siguiendo las tradiciones de su antigua patria, ellos organizaron esta demostración pública y patrocinaron la convivencia de la familia y su comunidad en honor a La Madonna di Carmelo. La fidelidad a la fe Católica, la fidelidad a la familia y la fidelidad a la comunidad son la fundación sobre la cual esta festividad fue construida y estas fidelidades son tan necesarias en el siglo veintiuno como lo fueron durante el siglo diecinueve, y quizás aún más.
Nuestro Santo Padre Francisco visitará nuestros alrededores en septiembre para celebrar a la familia. Como nuestro maestro de la Fe Católica, nos instruirá en la importancia de la familia para nuestra sociedad y para la Iglesia. La visita Papal será seguida en Roma por un Sínodo de la Familia y a la cual nuestra diócesis contribuyó por medio de una consulta que tuvo lugar el año pasado. Algunos en los medios de comunicación hablan sobre cambios en las enseñanzas de la iglesia en lo que se refiere a la familia, la sexualidad y el matrimonio como resultado de este Sínodo. Yo lo dudo mucho. Frecuentemente, las enseñanzas de la iglesia son mal representadas y mal entendidas.
De cualquier manera, habrá un enfoque nuevo sobre la familia, el matrimonio y la sexualidad ya que estos temas enfrentan retos como nunca antes en la historia de la humanidad. La visita del Papa y el próximo Sínodo de la Familia alentará la nueva evangelización de la familia, la sexualidad y el matrimonio.
Durante la procesión, no pude evitar pensar en lo orgullosos que se sentirían los organizadores originales de la festividad de ver lo vivo de su tradición. Tenemos una deuda enorme con ellos. Sus historias de inmigrantes continúan inspirándonos y ensenándonos acerca de la fe, la familia y la comunidad. Esperemos ver su ejemplo repetido en las situaciones encontradas por los más recientes inmigrantes a nuestro país. Los recién llegados también acogen su fe, su familia y su comunidad buscando una mejor vida en el nuevo mundo. Desafortunadamente, las leyes de inmigración de nuestro país y sus sistemas están rotos y han dado como resultado un sufrimiento innecesario por parte de los inmigrantes y sus familias. Es el momento de un cambio. Por esta intención pedimos:
Nuestra Señora del Carmen, ruega por nosotros.