Por el Padre Adam Cichoski
“Iré a cualquier parte y haré cualquier cosa con tal de comunicar el amor de Jesús
a los que no lo conocen o lo han olvidado”.
Estas palabras de santa Francisca Javier Cabrini ayudan a captar su celo y dedicación al servicio de Dios. Este espíritu misionero y el deseo de salvar almas llevaron a la Madre Cabrini y a sus hermanas por todo el mundo a cuidar de aquellos que otros habían olvidado. Ella es un ejemplo de lo que podemos ser -y de las cosas buenas que podemos hacer- cuando confiamos en Dios y seguimos Su voz.
El programa de formación de sacerdotes en la Diócesis de Camden sigue creciendo, inculcando este deseo en los corazones de nuestros seminaristas. Vemos en sus historias el gran amor que tienen por nuestro Señor, y cómo el tiempo en el seminario y sus diversas asignaciones ayudan a estos hombres a discernir al llamado de Dios mientras hacen Su trabajo. Personalmente, me encanta recordar mi tiempo como seminarista y ver cómo Dios me ha ayudado a crecer. Sin embargo, no hay nada mejor que ser ordenado y empezar a ejercer el ministerio como sacerdote. El seminario es un lugar donde somos capacitados y formados para ser lo que Dios nos creó a ser, las cosas que aprendí entonces, todavía tienen un gran impacto en mi vida y en mi sacerdocio ahora.
Como director de vocaciones, es estupendo caminar con nuestros hombres en sus propios caminos y compartir con ellos mis experiencias. Su amor por el Señor y por los demás siempre me inspira. Cada uno de nuestros hombres tiene un conjunto único de dones y talentos. Pasar tiempo con nuestros seminaristas me recuerda la esperanza que tienen en nuestro futuro. Su alegría es contagiosa; no puedes evitar reír y sonreír mientras estás con ellos.
En este último año, hemos tenido grandes experiencias. Comenzamos nuestro nuevo “Programa de Formación Sacerdotal”; viajamos a Portugal para la Jornada Mundial de la Juventud; pasamos tiempo juntos en fraternidad. Estas experiencias han ayudado a nuestros seminaristas a ver cómo el Señor les llama a servir como Sus sacerdotes. Cada uno de ellos ha demostrado una gran fortaleza y valentía al escucharle. En los artículos de los seminaristas que aparecen en las páginas siguientes -todos escritos desde el corazón de cada uno- verán esto de maneras muy bellas y conmovedoras.
Rezo para que más hombres tengan un coraje similar al de nuestros seminaristas, y para que más hombres den esos primeros pasos de acercarse a Dios y escuchar Su voz que les llama a esta gran vocación. Oremos por estos hombres y por todos los hombres que están discerniendo este llamado. Que ellos también tengan la fuerza y el valor para seguir la voz de Dios y experimentar la gran vida de un sacerdote diocesano.
El padre Adam Cichoski es director de vocaciones de la diócesis de Camden y rector de la catedral de la Inmaculada Concepción de Camden.